La ópera prima del cineasta ucraniano Gene Stupnitsky, ha llegado con una comedia irreverente, donde los protagonistas de 13 años te traerán más de un recuerdo y te harán reírte más de una ocasión.
Max (Jacob Tremblay), Thor (Brady Noon) y Lucas (Keith L. Williams), es un grupo de amigos que están por entrar a la adolescencia, al ser invitados a su primera fiesta de besos, por uno de los niños más cool de la escuela. Pero como acudir a una fiesta de este tipo si nunca han besado a nadie y no tienen experiencia con las niñas.
Al hacer lo posible por aprender y no quedar mal con los demás, Max toma un dron del trabajo de su padre para poder espiar a sus vecina y su novio para aprender a besar; saliendo mal esto comienzan una guerra por recuperar su dron y poder ir a la fiesta sin que su padre descubra lo que hizo, llevándolos a una serie de aventuras, experiencias y una reflexión de los caminos que podrá tomar la vida.
Si bien la película puede caer en varios clichés, además que los temas que tocan pueden verse moral y políticamente incorrectos, al tener un elenco preadolescente sale de lo común y empieza a reflejar una sociedad cada vez más despierta a temprana edad.
Teniendo un tono único donde la inocencia de los personajes es un punto clave, ya que conectas inmediatamente con ellos, ya que te puede transportar a tu inocencia, donde comenzabas con tus primeras dudas sexuales, la atracción hacia otras personas y encajar con tus compañeros sin importar de dejar a un lado lo que eres.
Un punto que ayuda es la inclusión y la mentalidad abierta al presentar relaciones de diversidad, sin llegar a un fondo o dar una mayor relevancia, si no dejarlo como algo natural desde la infancia.
La aceptación de talentos, amor y un divorcio, es reflejado en uno de nuestros personajes que nos puede conectar con una educación y un miedo al demostrar tus sentimientos, hasta con las personas más cercanas, dando una madurez que te dejan un gran mensaje.